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Workflow: la metahabilidad que redefine el trabajo en la era de la inteligencia artificial

El uso de IA en vacantes creció de forma sostenida y ya es parte estructural de las empresas, incluso en empleos no técnicos para automatizar procesos

Foto: Freepik

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En el nuevo mercado laboral impulsado por la inteligencia artificial, las empresas ya no buscan únicamente perfiles altamente técnicos. Hoy, una habilidad transversal comienza a ganar protagonismo: el workflow. Se trata de la capacidad de observar un proceso de negocio, descomponerlo en pasos lógicos y reorganizarlo como una cadena eficiente que conecte personas, sistemas y herramientas digitales, muchas de ellas potenciadas por IA.

Más que una competencia técnica, el workflow es una forma de pensar. Implica entender qué sucede entre que un cliente solicita un servicio y lo recibe, cómo un contacto se convierte en una venta o de qué manera un requerimiento interno avanza hasta resolverse. La diferencia es que ahora estos flujos pueden automatizarse con herramientas accesibles, incluso sin saber programar.

Empleada
Foto: Freepik

Los datos del mercado laboral muestran que el uso de inteligencia artificial en las vacantes de empleo creció de forma sostenida en los últimos años. Cada vez más organizaciones integran soluciones de IA a su operación diaria, no como experimentos, sino como parte estructural de su funcionamiento. Dentro de ese cambio, una proporción creciente de las menciones de IA en empleos no técnicos se relaciona directamente con la automatización de procesos y flujos de trabajo.

El workflow no es un puesto ni un lenguaje de programación. Es una metahabilidad: la capacidad de comprender cómo funciona una operación completa y cómo puede optimizarse. La expansión de plataformas low code y no code aceleró esta tendencia, permitiendo que cualquier persona con pensamiento lógico pueda diseñar automatizaciones, conectar sistemas o crear agentes que ejecuten tareas repetitivas.

Innovador
Foto: Freepik

Esta transformación responde a dos presiones claras para las empresas: la escasez de talento tecnológico especializado y la necesidad de operar con equipos más pequeños y productivos. Ante la dificultad de cubrir vacantes técnicas en tiempos razonables, la automatización de workflows se convirtió en una estrategia clave para sostener el crecimiento y la eficiencia.

Procesos que antes dependían de trabajo manual —como facturación, cobranza, seguimiento a clientes o sincronización entre plataformas— hoy pueden resolverse mediante cadenas automatizadas que reducen errores, tiempos y carga operativa. El resultado es un equipo más enfocado en tareas estratégicas y menos absorbido por actividades rutinarias.

Workflow
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Este cambio también redefine el perfil profesional. Mientras un grupo reducido de especialistas desarrolla modelos avanzados de inteligencia artificial, la mayoría de los trabajadores necesita integrar estas herramientas a su día a día. Saber diseñar flujos automatizados, supervisar agentes digitales y validar que los procesos tengan sentido para el negocio se vuelve una competencia esencial.

La tendencia es clara: la inteligencia artificial está dejando de ser exclusiva de áreas técnicas para convertirse en una capa transversal de la operación. En ese contexto, el workflow emerge como una habilidad que otorga ventaja competitiva, tanto a las empresas como a las personas.

Empleados
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Aprender a automatizar procesos no solo mejora la productividad; transforma la manera de trabajar. En la economía de la inteligencia artificial, comprender y rediseñar los flujos de trabajo ya no es opcional: es una de las claves para seguir siendo relevante.